Jóvenes. Protagonistas de las transformaciones.
Teresa Laespada. Diputada Foral de empleo, inclusión social e igualdad
Hoy, vivimos más y mejor que hace unos años. Las nuevas generaciones, pese a las dificultades, gozan de un sistema económico, político y social de más calidad, más bienestar y mejor protección. Pero somos una sociedad, terriblemente envejecida. En el año 2002 había 110,3 personas jóvenes por cada 100 personas mayores de 64 años, actualmente se sitúa en 60,5.
La población joven en Euskadi representa en la actualidad menos del 14% de la población total. En las dos últimas décadas la poblacion joven se ha reducido en 100.000 personas. Pero si miramos la población infantil y adolescente, tenemos más de la mitad que en 1981. Hemos sufrido una reducción drástica de las personas jóvenes y un incremento notable de la esperanza de vida y por tanto de la longevidad. Las personas mayores de 65 años suponen el 24% de la población vasca.
Corremos el riesgo de “japonización” del país -como alertaba en un reciente informe del foro de la sociedad y la empresa vasca Zedarriak-. Es decir, una reducción de nuestro peso económico (Japón pasó de representar el 17% del PIB mundial en 1990, al 7% en 2020) provocado por una drástica pérdida de fuerza laboral.
A ello, debemos sumarle la población joven que quiere irse. Seis de cada 10 jóvenes vascos estarían dispuestos a emigrar fuera de Euskadi si les ofrecieran un trabajo interesante. Se trata del porcentaje más alto en los últimos veinte años según el Informe “Juventud Vasca 2020/2021”.
En un contexto mundial vacilante, de transiciones combinadas a velocidad de vértigo (tecnológico-digital, verde y social demográfica) y de “policrisis”, los anteriores datos exigen una profunda reflexión. Desde la política y desde el conjunto de la sociedad.
Porque esta generación joven está llamada a ser protagonista de grandes transformaciones. La otra gran cuestión es que nos encontramos en una importante transición social, que pudiera ser un cambio de época, que exige un liderazgo fuerte, sensato y sostenido en el tiempo. Y menos jóvenes supone menos desarrollo y pérdida de liderazgo.
Y debemos plantearnos cómo podemos atraer, qué podemos hacer para lograr una mayor participación e implicación de esta generación en la sociedad vasca y en el mundo laboral. No se trata de dar participación a los y las jóvenes, sino de buscar el modo de combinar la sabiduría existente en una generación muy numerosa, la mía y precedentes, con la fuerza y empuje de una generación menos numerosa pero imprescindible. Se trata de romper las barreras edáticas que venimos arrastrando y que fuimos mi generación quienes las impusimos. Se trata de recuperar -de nuevo- los espacios compartidos entre generaciones difuminando las líneas que nos separan por edades; espacios de ocio separados, actividades que invisilizan a mayores, o todo cuanto suponga una división entre mayores y jóvenes.
Las y los jóvenes de hoy habéis cambiado vuestra relación con el empleo. Atrás quedó el trabajo para toda la vida. El talento cada vez es más exigente con su proyecto profesional y vital. Ya no buscais sólo el beneficio, sino que exigís condiciones que os hagan sentiros partícipes de un proyecto común. Exigís hacer más respecto a temas sociales y medioambientales: desde el cambio climático y la desigualdad, a la diversidad. Buscáis entornos de trabajo más saludables, donde el bienestar ocupe una mayor centralidad. En definitiva, queréis involucraros en lo que hacéis y para qué lo hacéis. Y debemos elevar la mirada para atender vuestras demandas. Y ahí, debemos encontrarnos. El empleo es un entorno donde poder experimentar distintas generaciones y entenderse.
Necesitamos un pacto social para abordar la equidad intergeneracional. Para lograr una sociedad para todas las edades. Y organizaciones que integren todas las edades gestionando su diversidad intergeneracional.
Y hablando de diversidad, la segunda gran transformación que estamos experimentando es la incorporación de personas nacidas en lugares muy dispares a nuestra sociedad. El 14,5% de la población joven vasca es nacida en el extranjero. Y debemos incorporarlos al empleo en igualdad de oportunidades y condiciones. Eso pasa por considerar la predistribución un elemento de justicia universal y elaborar todos los mecanismos necesarios para que puedan disponer de las mismas oportunidades.
Por eso, apostamos por invertir en la gente, en las personas y sus capacidades. Aún más en el Año Europeo de las Capacidades. Estamos convencidas de que es la mejor inversión. Porque más capacidades y más ajustadas a las demandas del mercado significan más resiliencia.
Por eso, miramos mucho lo que el mercado laboral demanda y ajustamos los planes formativos y la orientación laboral a lo que precisan las empresas vascas. Estamos en tasas de desempleo que nos permite ajustar demanda y oferta y hacerlo con garantías. Así lo hacemos con programas como LANBERRI, GAZTEON, 3R GAZTEA, ayudas a la contratación y a través de nuestra Agencia Foral de Empleo y Emprendimiento DEMA (Zubilan, Emalan, Laborlan). Todos ellos están disponibles en portaldeempleodebizkaia.eus.
Y apoyamos la reinvención de las organizaciones. Para lograr empresas con impacto. Más horizontales y abiertas. Preocupadas por el triple balance económico, social y ambiental. Diferentes, con lugares de trabajo distintos como vemos en el coworking, las metodologías ágiles y las estructuras abiertas. También en las denominadas nuevas economías: circular, colaborativa, maker, “del bien común”.
Emprender también es parte de la solución para crear valor económico y social. Así lo entienden los más de 1.000 nuevos proyectos que apoyamos anualmente desde el Departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad. Y los proyectos de relevo generacional para negocios viables “reemprendidos” con el apoyo de NEGOZION.
En esas estamos. Con nuestra hoja de ruta, el primer plan foral de empleo, que guiará nuestros esfuerzos hasta finales de 2023. Somos conscientes de estos retos. Para defender, impulsar y mejorar la ocupabilidad. Para afrontar la triple transición verde, digital y social de una manera más justa y con garantías.
Porque las personas somos lo primero. De todas las edades.